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NATURALEZA DEL EXTRACTIVISMO

Tercera y última parte

Octubre de 2016

 
5.         CAMBIOS EN LA VIDA LOCAL

La vida cotidiana de un caserío de la selva es sencilla, las jornadas en la agricultura, la cacería o la pesca se suceden monótonamente rotas únicamente por la ocurrencia de alguna festividad o la ocasional salida al centro urbano más cercano.

Se conversa mucho, se juega dominó o parqués y en general su languidez es difícil de entender para un observador externo acostumbrado al afán y bullicio de las ciudades, al trabajo regular y formalizado de las oficinas y empresas.

En el nuevo modelo productivo que se desarrolla, el minero o el maderero pasan ahora sus horas en el campo y en muchas ocasiones durante varios días alejado de su familia. Al regresar venden el producido de su jornada a los comercializadores locales del oro o la madera y frecuentemente se sumergen en otra larga jornada esta vez de licor y borrachera. De esta manera el grueso de su ganancia queda en manos del comerciante y del cantinero en una dinámica que ciclo a ciclo se reproduce. Esta tendencia social de deterioro, relatada en términos cotidianos, es una consecuencia bastante generalizada de la emergente actividad.

LA MINERIA ILEGAL.
El capítulo mas reciente del extractivismo se encarna en la creciente minería ilegal, cuya racionalidad lleva al extremo la destruccion y la pobreza de territorios y comunidades
Imagen tomada de: www.cpampa.com/web/mpa/2014/06/colombia-crea-una-unidad-especial-contra-la-mineria-criminal/
6.         CAOS Y DESTRUCCIÓN

El hecho es que los pueblos que derivan su economía hacia el extractivismo lo hacen también hacia la violencia y el caos social, parece ser una consecuencia inherente. Antes de su arribo si bien la vida en las selvas era ruda y austera no evidenciaba los niveles de violencia y caos posteriores. Y es que de hecho se necesita cierta dosis de desprendimiento de sí mismo para ser capaz de pasar horas en medio del pantano, bajo la lluvia y amenazado por enfermedades y animales sin desertar, con la esperanza de una fortuna que les es esquiva día tras día, una condición de indolencia que se extiende desde sí mismo hacia el entorno.

Los señores del extractivismo, aquellos que ofician de capataces, promotores y empresarios entienden rápidamente que la crueldad es el distintivo particular de su labor, de no hacerlo así la selva cobraría el precio de su labor y la naturaleza indómita de sus obreros prevalecería sobre su voluntad. Por ello la esclavitud ha sido la expresión extrema de las formas de producción extractivista a lo largo de la historia.

Y en paralelo con el crecimiento de la actividad lo hacen también las organizaciones armadas, guerrilleras o paramilitares. Atraídas por el cobro del gramaje, estas estructuras la auspician como fuente directa de su sostenimiento. Su presencia agrega nuevas incertidumbres y violencias.

Los grupos guerrilleros han transitado de tiempo atrás los por caminos y ríos de estos territorios, en pequeños grupos dispersos, ahora la minería ha revitalizado sus finanzas, creciendo el número de sus combatientes y el control general que llevan a cabo sobre las regiones. Los paramilitares por su parte son más recientes, apoyados directamente por los señores del extractivismo han extendido su control e incrementado la zozobra general.

Al final la violencia es la moneda de cambio, el lenguaje cotidiano entre todos los actores sociales.

7.         EL ESCALAMIENTO DE LA POBREZA

Pero la promesa de la riqueza rápidamente cambia hacia la profundización de la pobreza. Como el destino ineludible del extractivismo es el agotamiento, lentamente el otrora feraz bosque, soporte del estilo de vida de estas regiones, se empobrece como despensa natural: en la medida que las maderas valiosas se extinguen, y la minería destruye los ríos, y con ellos la pesca, la condición socioeconómica general se deteriora.

 

En este proceso las comunidades pierden sus referentes agrícolas y dependen de una actividad cada vez más lejana a sus posibilidades técnicas y económicas. El panorama es finalmente desolador: pobreza en medio de desiertos pantanosos.

 
8.         CONCLUSIÓN

 

Por todo lo anterior el extractivismo es estructuralmente incapaz de generar riqueza y bienestar social en las regiones donde se desarrolla: genera destrucción social y ambiental, empobreciemiento, incertidumbre y los costos futuros de la restauración de los suelos y ecosistemas para las generaciones venideras que encontrarán sus entornos y ríos destruidos y sus tradiciones culturales desaparecidas.

 

Este doloso camino lo han adoptado amplias regiones de Colombia en los últimos años, con el respaldo por acción u omisión del Estado, las políticas gubernamentales, las instituciones del mercado, los comerciantes del oro y la madera y las comunidades locales. Todo el sistema económico está alineado para promover el desarrollo extractivista, desde la ignorancia e indiferencia de los distantes consumidores desconocedores de las implicaciones de sus decisiones de compra de un mueble en madera tropical o de una alhaja en oro, hasta la avaricia y la voracidad humana que sirven de impulso íntimo del proceso.

 

Es una tragedia de grandes proporciones para amplias y hermosas regiones del país, una realidad oculta tras la burbuja del desarrollo urbano y económico general de Colombia.

Medellín, junio de 2016

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